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Los precios del espresso italiano podrían aumentar un 66% a medida que se disparan los costos mundiales del café

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La preciada cultura del café en Italia se enfrenta a un desafío importante a medida que los precios mundiales de los granos de café aumentan a niveles récord, lo que potencialmente obliga a los italianos a pagar hasta 2 € por sus amados espressos.

Este aumento de precios, que podría ser hasta un 66% más alto que las tasas actuales, está generando preocupación entre los consumidores y los propietarios de cafés por igual en un país donde el café asequible ha sido durante mucho tiempo un alimento cultural básico.

Los italianos, acostumbrados a pagar alrededor de 1,20 € por un espresso o 1,50 € por un capuchino, ahora se preparan para un aumento sustancial de precios.

El aumento de los precios del café puede alterar el estilo de vida

Luigi Morello, presidente del Instituto Italiano del Espresso, que certifica la calidad, expresó la inquietud generalizada:

Todo el mundo está bastante nervioso, asustado y en pánico por el precio del espresso.

El posible aumento de precios amenaza con perturbar un hábito social profundamente arraigado.

Assoutenti, una importante asociación de consumidores, estima que los italianos y los turistas extranjeros consumen unos asombrosos 6.000 millones de cafés al año en establecimientos públicos, generando ingresos de aproximadamente 7.000 millones de euros.

Este alto hábito de consumir cafeína se ha visto alimentado por los precios tradicionalmente bajos del café en Italia, que están entre los más bajos de Europa occidental.

Sin embargo, las cadenas mundiales de suministro de café enfrentan interrupciones significativas debido al cambio climático y a los recientes eventos geopolíticos.

Los precios de futuros del café se disparan

Los precios de los futuros del café se han disparado: el café arábica de mayor calidad se comercializa a 2,49 dólares la libra y los granos de robusta superan los 5.000 dólares la tonelada: el doble de los precios de hace un año.

La situación se ha visto agravada por los ataques de militantes hutíes a barcos en el Mar Rojo, obligando a los buques a tomar rutas más largas y tensionando aún más las cadenas de suministro.

Los grupos de consumidores están expresando su preocupación por el impacto de estos aumentos de precios en la vida diaria.

Gabriele Melluso, presidente de Assoutenti, advirtió que nuevos aumentos de precios en los cafés locales podrían amenazar “un ritual diario para millones de ciudadanos”.

Se teme que algunos italianos recurran a beber café en casa, utilizando máquinas adquiridas durante la pandemia de COVID-19, o incluso abandonen por completo su hábito del espresso.

La industria del café advierte que es inevitable que haya aumentos de precios

La industria del café, sin embargo, argumenta que los aumentos de precios son inevitables.

Los representantes de baristas y propietarios de cafeterías señalan que las cafeterías tradicionales, donde el espresso y las bebidas relacionadas pueden representar hasta el 30% de las ventas, son especialmente vulnerables al aumento de los costes.

Luciano Sbraga, vicepresidente de la Federación de Establecimientos Públicos Italianos, pintó un panorama sombrío de la situación:

Los cafés especializados están en problemas. Solo pueden funcionar si están gestionados por familias, sin empleados y sin locales caros. Así podrán sobrevivir.

La situación se complica por la relación histórica de Italia con el precio del café. Durante años, Roma reguló el precio del espresso para que fuera asequible para todos.

Aunque estos controles de precios terminaron hace décadas, la expectativa de un café barato sigue profundamente arraigada en la cultura italiana. Los dueños de cafés enfrentan no solo presiones económicas sino también sociales, ya que a menudo están profundamente arraigados en sus comunidades locales.

“Hay una expectativa entre la gente de tener un precio fijo, que es un precio político”, explicó Morello.

Por otro lado, los baristas tienen miedo de aumentar demasiado, para no perder el volumen.

Esta expectativa cultural crea un difícil equilibrio para los dueños de cafeterías. Gianni Manganiello, que regenta la cafetería Tazza D’Oro en el distrito Centocelle de Roma, recientemente aumentó el precio de su café expreso de 90 céntimos a 1 euro por taza.

Aunque está abierto a un aumento adicional del 10% si los costos de las materias primas continúan aumentando, enfatiza la necesidad de ser cautelosos: “No se puede aumentar cada precio o desaparecerán todos los clientes. Hay que mantener un equilibrio”.

La inflación añade más presión

La presión sobre los dueños de cafeterías es multifacética. Además del aumento de los precios del café, también se enfrentan al aumento de los costes energéticos y otras presiones inflacionarias. Los grupos de consumidores señalan que los precios del espresso ya han aumentado alrededor de un 15% desde 2021.

Los principales tostadores de café también están sintiendo el impacto y ya han subido sus precios. Líderes del sector como Giuseppe Lavazza, presidente del Grupo Lavazza, y Cristina Scocchia, consejera delegada de Illycaffè, han advertido públicamente de nuevos aumentos de precios en el horizonte.

A pesar de estas advertencias, algunos defensores del consumidor argumentan que las cafeterías aún mantienen márgenes de ganancia significativos.

Melluso, de Assoutenti, sostiene que “el coste de producción de una taza es significativamente inferior al precio de venta y los márgenes de beneficio continúan”.

Sin embargo, esta opinión es cuestionada por representantes de la industria, que señalan el aumento de los costos en toda la cadena de suministro.

La situación ha dado lugar a algunas soluciones creativas. En Liguria, el dueño de un bar respondió a las quejas de los clientes sobre los precios ofreciendo vender café expreso por solo 70 céntimos si los clientes traían sus tazas, cucharas y azúcar desde casa.

Estas iniciativas ponen de relieve hasta qué punto están dispuestos a llegar algunos propietarios de cafés para mantener su base de clientes mientras luchan contra el aumento de los costos.

Mientras la industria italiana del café navega por estas aguas turbulentas, el resultado sigue siendo incierto. ¿Se adaptarán los italianos a los precios más altos o sus hábitos de consumo de café cambiarán drásticamente?

Las respuestas a estas preguntas podrían tener implicaciones de largo alcance para la cultura de los cafés, la industria del turismo y la vida social cotidiana de Italia.

Por ahora, los italianos contienen la respiración (y sus billeteras) mientras esperan ver cuánto costará su próxima taza de café.

Los próximos meses revelarán si la antigua relación amorosa del país con el espresso asequible puede resistir las presiones de las fuerzas económicas globales.


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